"...Cuenta la leyenda que en las tierras de Persia dominaba un Shah muy sabio llamado Djamshid, a cuyos pies un ave depositó un dia extrañas semillas de las que nacieron plantas que dieron abundantes frutos, a los que se aficionó nuestro Shah. Las mujeres de su Harem le traían fuentes enormes y lustrosos racimos, de todos los tonos y fragancias imaginables. A fin de saborearlas todo el año, las guardaban dentro de unas vasijas en una habitación fresca de su palacio. Un dia Djamshid descubrió que las uvas habían estallado y que un líquido espeso manaba de ellas. Era un licor con un olor acre que en nada recordaba la dulzura de los frutos. Tuvo entonces la certeza de que el jugo se había convertido en veneno y advirtió a sus esposas y cortesanas del peligro. También comenzaron los rumores: la gente pensaba que el Shah tenía veneno en esos toneles.
Su Cortesana favorita -cuyo nombre la historia no recordó- habiendo perdido el favor de su Señor y, por lo tanto, el sentido de la vida, decidió suicidarse y se deslizó en la celda de las ánforas. Como pensaba que los toneles de uvas fermentadas eran veneno, se lo tomó, esperando terminar con su vida...
Bebió un sorbo de la extraña pócima y -presta a morir- se sintió inmediatamente mareada. Las piernas le temblaban y su corazón empezó a rebosar con ansiedad dentro de ella. Su piel se estremecía y cada vez mas su cuerpo probaba un llamado a la alegría, a la locura, a la pasión y al deseo. El Shah, al enterarse de la decisión de esta cortesana, fue a buscarla de inmediato. Cuando la encontró descubrió que la joven muchacha no estaba muerta: todo lo contrario, danzaba alegremente por el sótano. Al verlo, ella tomó una jarra, la llenó del brebaje oscuro y le convidó el poderoso elixir a su amado, cayendo a sus pies en medio de sonrisas y rubores, presa del salvaje deseo de encontrarse en sus brazos... Djamshid no pudo contenerse ante una imagen tan plena de felicidad y probó aquella pócima que no era mas que licor. De pronto había subido tambien a las estrellas. Danzaron, rieron y se amaron. Ella reconquistó a su amante y la humanida ganó -gracias a una cortesana- el privilegio del vino.
Descubrieron que ese licor espeso y acre, lejos de ser un veneno, era una bebida que agradaba el paladar y elevaba el alma.
Entonces Djamshid nombro al vino Darou é Shah ("el remedio del rey"). Cuando su descendiente Cambises fundó Persépolis, los viticultores plantaron viñas alrededor de la ciudad, dando origen al célebre vino de Shiraz, ciudad próxima a Persépolis..."
Esta es la historia con que presentamos nuestra carta de vinos en Luna de Oriente...perfecta para Noches AfroDionisíacas....
